Su carrera había sido meteórica, avasalladora, trepidante y fructífera. Sus manos habían dado vida a tantos instantes, tantos rostros, cuerpos, todos convertidos en eternos a fuerza de voluntad, habilidad, obsesión, necesidad. Nunca volteaba atrás, pues para él, ese pretérito ubicuo, no precedía a ningún esfuerzo pleno, a conciencia. Simplemente se centraba en un lugar preciso en su escala de ambición. Se desenvolvía inmerso en su trabajo, si pestañear siquiera. Siempre ajeno, lejos de cosas consideradas cotidianas entre la gente; lejos también de relaciones consideradas impropias ó inconvenientes, no había forma de decidir si efectivamente, solía preferir cierto tipo de compañía.
No obstante era consistente en su vida ordinaria. Se levantaba temprano para visitar a sus proveedores, estudiaba a fondo sus proyectos y, a diferencia de muchos contemporáneos, solía tener control completo sobre los presupuestos obtenidos, sobre el motivo de las creaciones, la materia prima, y contra todo sentido común, poseía una defensa tenaz contra cualquier opinión adversa a su desempeño, sus elucubraciones, propias de un "iluminado", no podían recibir ni un ápice de cambio. Tal vez, pudiera considerarse que era ésta la principal razón por la que solía entregarse a un "mecenas" de manera completa -claro, temporalmente- sin restricciones. Mientras comprendiera que no habría modificaciones a su manera de entender las cosas, todo aquel objeto circular, podía ser tolerado.
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Etiquetas: Narraciones, Viajes