nunca permití que nadie se acercara lo suficiente como hacer en mí su diana preferida, nunca sentí la necesidad de acercarme y comprobar si había alguien más allá afuera, nunca lo consideré pertinente, siempre me dije: seguro que existe vida ahí afuera
sin embargo, el tiempo se ha encargado de desmentir mis ilusiones núbiles, se han hecho ancianas de tanto esperar que ese momento mágico, ese encuentro denodado, de pasión desmedida, de amistad elocuente, de migajas de pan, se siente, se brinde, en un extasiado banquete de emociones, de perplejos y pequeños cosmos, de dunas ciertas y aciagas, de tersuras vanas pero excitantes, de vislumbres ecuánimes, de sinceras y encendidas, trágicas, tal vez, indicaciones de que no estoy solo en el universo
esperé durante años, convertirme en perla transparente, en producto irrefutable, de amor, de entrañas esparcidas, de desquites ambiciosos, de desmembramientos sutiles, pero certeros. No obstante, he considerado mi primera posición en la vida, y continúa la duda, la búsqueda: ¿habrá vida allá afuera?
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Etiquetas: Paseos varios