Las medidas son cucharas,
esas mismas que usas para la sopa,
esas que son redondas de tanto mirar,
son ojos que se cuelan a nuestra boca,
dispuestas a observar más allá de encías y muelas,
más allá de la campanilla y fosas nasales,
de la faringe, laringe y pulmones,
más allá de la imaginación,
y comprobar atinadamente,
la escencia que subyace
y que nos recubre por dentro.
esas mismas que usas para la sopa,
esas que son redondas de tanto mirar,
son ojos que se cuelan a nuestra boca,
dispuestas a observar más allá de encías y muelas,
más allá de la campanilla y fosas nasales,
de la faringe, laringe y pulmones,
más allá de la imaginación,
y comprobar atinadamente,
la escencia que subyace
y que nos recubre por dentro.
La medida la impone nuestro nido,
las fotografías y las maletas de viaje,
la imponen nuestras más intrincadas emociones;
y ciertamente lo sabes,
somos sólo un pequeño manojo de sentimientos,
que entrelazados con algunas razones obvias
que entrelazados con algunas razones obvias
-y que empujan nuestro carrito de opciones en la vida-,
llenan el espacio exacto de una cuchara.
Después de entender
que sólo buscando -a veces en los demás-,
en ocasiones encuentras tu rostro,
y llegas a conclusiones crudas,
nada amigables,
comprendes que nada sabes,
que nada puedes,
y alcanzas a entrever las soluciones distantes,
las cualidades escondidas,
la lluvia que se cuela por los poros,
por las escurridas calles que rodean tu casa,
y sueñas con alquilar tu habitación,
recorrer mundo,
únicamente para descubrir
que la respuesta siempre estuvo allí,
a la vuelta de la esquina,
que sólo buscando -a veces en los demás-,
en ocasiones encuentras tu rostro,
y llegas a conclusiones crudas,
nada amigables,
comprendes que nada sabes,
que nada puedes,
y alcanzas a entrever las soluciones distantes,
las cualidades escondidas,
la lluvia que se cuela por los poros,
por las escurridas calles que rodean tu casa,
y sueñas con alquilar tu habitación,
recorrer mundo,
únicamente para descubrir
que la respuesta siempre estuvo allí,
a la vuelta de la esquina,
bajo cualquier árbol,
en el parque redondo.
en el parque redondo.
Y recibiendo la luz directa, sueñas,
y con solsticio en mano,
intuyes que ese pedazo de metal
estaba en lo cierto,
esa es la medida.
esa es la medida.
Etiquetas: Laberinto al Interior, Paseos varios