¿Sabes?
Te extraño, nostálgicamente,
melancólicamente,
porque aún cuando tú no me conociste
de primera mano
yo te admiraba de lejos,
de cerca,
a mediana altura.
Y no te extraño de una manera pueril,
sino con amor,
gozo por tus letras vivas,
tus espacios,
tu ires y venires,
tu voz.
Echo de menos esas mañanas de rocío,
niñas retozonas,
jubilosas -para mí al menos-,
con un poco de sol sobre el café,
con un poco de humor jovial,
con un mucho de amor sobre las letras,
esas que leías y que yo devoraba, digería,
anhelante, atento.
Todo eso me vino de golpe,
de repente,
como un viento fugaz,
ligero,
que se estremece
con el recuerdo de un lugar,
de un olor, de un gesto,
de una mano amiga,
de la voz de un maestro,
de un guía,
que presta su voz,
como faro,
y su saber para aquellos,
que buscamos un rinconcito,
un lugar junto al fuego.
Gracias,
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Etiquetas: Alejandro Aura, Comentario