En realidad, el asunto se centra en un enunciado que tenía como fundamento un texto completo de Louis Althusser: "Tantas verdades hay como hombres existan"
Todo esto, me vino a la mente cuando leí el hermoso texto, producto de la mente de una brillante, talentosa y amable escritora, con quien generalmente estoy de acuerdo; pero me dí cuenta que diferíamos diametralmente en un punto neurálgico: Ella sostiene que estamos solos, y que somos de alguna forma, sólo una coincidencia. Que el valor intrínseco de cada quien, se ubica en saber, conocer, asumir nuestra propia soledad o independencia. Que lo demás es fatuidad, artículo de consumo de las masas inconcientes, las cuales pretendiendo ser, asumen que cada individuo únicamente sirve para la suma de un todo indivisible, ignorante por comodidad.
No estamos solos, todos dependemos unos de otros, todos formamos un todo indisoluble. Sí, somos independientes; pero conformamos parte de una conciencia total. La terquedad del hombre consiste en creer que todos estamos separados unos de otros, que no tenemos muchos vínculos, y que los existentes son una mera coincidencia espacio-tiempo.
Somos los que vemos las cosas de forma distinta; quienes debemos encausar, asumir y redirigir la inconciencia de la masa, para convertirla en una mente sublime, en armónico crecimiento, constante, conectada en millones de puntos, asumiendo nuestro destino, nuestro compromiso con nosotros y todos aquellos que nos rodean, impulsando a todos aquellos que no comprenden que la verdadera razón de los desencuentros se dará mientras se crean solos, y no podrán por consecuencia, contender por la trascendencia, que va más allá de una efímera fama o un reconocimiento vano. Hablo de la verdadera transgresión de nuestra realidad, de nuestra humanidad, de nuestro estado parvulario como entes inconexos, sin meta, sin lugar, sin cielo.
-Memorias perdidas de un viajante extraviado-
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