es para llenarme de tu espacio abierto hacia dentro.
Si te pido que me dejes flagelarme con tus dedos,
es porque deseo placerme en tus desvarios instantáneos,
en tus recovecos húmedos,
privados.
es porque deseo placerme en tus desvarios instantáneos,
en tus recovecos húmedos,
privados.
Si te obligo a despertar por las mañanas,
es para darme cuenta que sigues ahí,
que no todo en este pinche mundo es mentira,
que si puede haber,
aunque sea en esta apartada esquina,
algo que me haga decir:
por esto vale la pena, después de todo no pasé en vano,
pensé que no me agradaba vivir,
que todo era sólo rutina,
vivir por sobrevivir.
Si deseo ver como te avientas,
no es por un anhelo insano,
algunos dirían sado-masoquista,
sino que me alienta observarte vertir tu sangre y saliva
sobre mis heridas,
que ahora no parecen tan vivas,
ni tan despreciables,
en realidad se han convertido en una parte importante
en una experiencia valiosa,
¿Quién lo diría?
en una brújula acompasada
en estos violentos tiempos sin Dios,
sin amor,
sin esperanza,
sin destino.
Se han convertido en un faro en una época en que la bruma
opaca el corazón del desterrado
y el vaivén del sinsabor se reitera en las sombras.