Cuando pensé que todo estaba perdido, que todo se había caído por la borda. Que no había oportunidad para la redención. Que el reguero de trastes estaba más allá de todo desastre natural. Que las labores de rescate y reparación, sólo representaban una forma de matar el tiempo, caí en la cuenta que no todo era material inservible. Me percaté que sí existe la capacidad de regeneración. Sí existe la probabilidad de mostrarnos a nosotros mismos y convertirnos en esa persona que siempre hemos deseado. Y cuando todo pinta a las
mil maravillas, también existe la probabilidad, cuando menos lo esperas, de verte obligado a entrar en un baño público donde no hay papel higiénico.
-Memorias perdidas de un viajante extraviado-
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