La luz del sol me despertó. Sin duda, ya debía ser mediodía, pues el astro rey, estaba en plenitud de sus facultades.La lentitud con la cual pude abrir los ojos para ver la claridad del día no fue a causa de mi pereza, sino de la debilidad de mi propio cuerpo, a reaccionar ante una embestida cruda de la realidad. Esa bestia de color pardo que suele mirarte con una furia inusitada a los ojos. Esa animalidad oculta en el resquicio de todos, exactamente en el rabillo del ojo. Observando furtiva, esquiva, agazapada, únicamente para asaltarnos en el instante menos pensado, menos deseado.
Tomé un cigarrillo, sin intentar enfocar las cosas, y sólo atiné a tomar la cajetilla del buró, situado al lado de la cama. Un cerillo. Olor a fósforo quemado, tabaco encendido. Aspirar el humo, solamente mirando volutas dispersas y difusas.
Un ritual para comenzar esta futil danza de desmotivos, de este vaivén de cuerpos sin aliento.
lunes, octubre 02, 2006
10:15 p.m. - Lentitud
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