después de un encuentro furtivo,
desdeño,
anacronismo,
azul mezclado con café,
con hierbas raras
Se trepan andando,
sombrías expectativas,
me doy cuenta una vez más,
que las palabras se combinan
con amplios repertorios de risas
¿Quién necesita recordar que la vida a veces
es porquería vana?
Las cosas que se filtran por las callejuelas,
por las riesgosas fibras,
por los empedrados,
por las sinuosidades que fueron mías,
me aquejan,
me exigen,
me recuerdan,
que las palabras se tejen sólo para uno,
y así es como debe ser
Únicamente en ocasiones se comparte
algo más que ensoñaciones,
que trabalenguas complicados,
que juegos de azar barrocos,
que dejos de piel cercana a los oídos
a los suspiros del otro,
que se niega a creer que esto es todo
No me gustan las campanas al vuelo,
ni los ecos en los acantilados,
que creyendo que el próximo muerto es uno,
se yerguen en premoniciones funestas
y se jactan de profecía,
ya pasé por ahí,
y las voces de esos lugares son eso
solamente un vacío ocular
La desolación es hija de la desgracia,
sí, uno se conoce,
pero después se hace vicio
costumbre,
quitar de encima las telarañas,
pensando que son parte de la visión,
parte del entramado
Como decía alguien aquien estimo:
"La tez blanca que ostento
es tan cercana al alabastro
como quien la observa dicta,
nada más"
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Etiquetas: Laberinto al Interior, Paseos varios