Me explico: Cada quién entiende a Dios de manera diferente. Si yo te digo de entrada la palabra "Dios", tú inmediatamente le darás un significado distinto al mío o al de alguien más. No es lo mismo para tí que para mí. Las bondades de uno pueden representar un látigo fustigador para otro, justicia para uno y desgracia para el otro.
Sin embargo, al final, él es uno y solamente hace falta ver su rostro para entender que lo único que verdaderamente importa, es como él te percibe a tí.
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Etiquetas: Laberinto al Interior