Las preguntas se arremolinan, y nadie las contesta, ni siquiera el mismo poeta, que divaga en la próxima duda, en el extremo de una banqueta, en el efluvio de sentimientos, en la orilla opuesta del tráfico vehicular, en el hambre de la tierra que se destila en ríos, en los campos sembrados de caña, en los trigales, en la milpa, en el desgranado de colores que se disuelven al vuelo de una flor pasajera, en el vértigo del mar profundo, en el reducido cambio de estaciones, en el sucinto maquilar de ideas, sentimientos, acciones, que pacientes esperan la acometida, la calca de un esqueleto que se delata en letras, en pasos que se desvían del camino recto y que prefieren echarse a andar por la senda menos transitada.
La desquiciada búsqueda de sabores, de visiones, de pureza, de todas las razones, de los sin sentidos, de amargas confusiones, de vanos espejismos, de la caricatura de perversiones, de la ansiada lujuria, del sexo desteñido, del nocturno arco plateado, del tigre que habita en lo profundo de la espesura carnal, del acelerado jadeo de una noche, del mundo que recuerda olores, del alado transitar de un sueño, de una extasiada carta sin enviar, de palabras aquellas y jamás dichas, de las angustias, de las victorias aciagas, de las largas conversaciones contenidas, de las conquistas a saberse, de las ganancias obsequiadas, de las llegadas, de las partidas, del corazón repatriado... es la meta, la tarea autoimpuesta de convertir los ojos del lector, en luminosas brasas encendidas.
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Etiquetas: Paseos varios