Después de sentir el arco de tus pies en mis muslos, se contrajo mi corazón.
Sentí como si todos tus insomnios, todas tus esperas, tus llamadas,
tus palabras, tus letras sucias, todos tus demonios, todas las canciones,
tus pasos, tus aromas, tus pesares,
tus emociones escondidas,
se hubieran colado por todas tus cavidades,
desde la boca y el sexo
hasta la nariz y los poros
como si cada vello erizado de tu espalda hubiese destilado la encarnación de un naufragio
de un suspiro,
de un grito,
de un ritmo con cabeza, pero sin pies.
Al atrapar ese segundo,
sentí un cosquilleo en mis entrañas y te escapaste a mi cerebro
te detuviste sin saberlo,
y deguste tu buqué en mis oidos,
salí a buscarte y te encontré tendida,
expectante.
Al final sentí como las fibras de mi maltrecho corazón se hinchaban hasta saciarte,
después sólo languidecí en la cama y atiné a decir tu nombre.
martes, marzo 14, 2006
8:43 p.m. - Equinoccio
|© Unknown 2005 - Powered for Blogger by Blogger Templates