Hoy me dí cuenta que las esquinas en las calles de la gran ciudad me dan vértigo. Es como elevarse en viaje por avión a algún paradisiaco lugar y darse cuenta que no quieres llegar, pues acabas de descubrir, a través de la ventanilla, que lo único que quieres es aventarte desde esa gran altura, para ver que pasa allá abajo. Sin paracaídas -claro eso significaría el suicidio, la muerte segura- pero no es eso lo que llama poderosamente la atención, sino es el simple hecho de desear aventarse para ver que hay abajo, no conciencia, sólo un anhelo por caer.
Las calles se abren como ríos, como nubes que no dejan que uno piense más allá de sus narices, sólo están allí, esperando que algún incauto como yo, se acerque lo suficiente para dejarse ver en todo su frugal esplendor. Listas, para que alguien precisamente como yo, se recomiende unas vacaciones en el País de Nunca Jamás, y no regresar a esta dura superficie hasta después de algunos milenios, a ver que fue de esa consabida y malhadada raza humana.
Varios aviones zurcan mi línea de visión antes que decida con valentía aventarme.
Bueno, cruzar la avenida Insurgentes siempre ha sido una empresa difícil.
martes, diciembre 06, 2005
9:07 p.m. - ∞ eL SaLTo ∞
|© Unknown 2005 - Powered for Blogger by Blogger Templates