Recién te dije que desempacaras tus cosas, empezaron los problemas.
Ver tu cepillo de dientes cerca del mío, me causó ciertos escalofríos, para qué mentir.
Ví toda mi vida de golpe. Definitivamente, cuando era aún un mozalbete, nunca me imaginé todo esto. En ese entonces, mi ideal para el futuro no era este. NO era este.
De repente, abrí los cajones de mi cómoda y ví tu ropa interior guardada dentro. No sé, cómo que súbitamente me faltó espacio. Me faltó el aire en la nariz. La paredes de mi casa se empezaron a estrechar como en una película de horror. Más bien, el tipo de encuadre que hacen: un rápido close-up al rostro del individuo a cuadro con un rápido dolly-out para llegar a una toma knee-shot, todo ello dando una sensación de vértigo.
Para aumentar mi malestar general, Nina Mi gata -esa traidora- rápidamente se acostumbró a tí. Era como si siempre hubieran vivido juntas.
¡Hasta te llegó a pedir de comer!
No cabe duda, estaba arrinconado.
Después de irnos a la cama, hacer el amor y quedarnos dormidos, desperté. Recién me acomodé, percibí tu calor en mi lecho, tus formas femeninas, tu presencia en mi cama. Sin dudarlo te abracé. Tu correspondiste con un mmm suave y moviste tu cuerpo hacia mí.
Y ya, fue todo.
No más dudas, no más paranoia. No más pretextos. Allí estaba yo sosteniendo una paloma en mis brazos. No había más que decir.
Una mujer para mí solito, -yo, quien siempre había andado solo y me había acostumbrado a ello- ahora contaba con alguien más. Ya no me importaron tus neurosis y cambios de opinión, tus palabras guardadas sin respuesta a mis preguntas y tu forma de hacer el desayuno en la mañana -sólo quesadillas y sandwiches de jamón con queso-
Sin duda, nadie, ni yo mismo imaginé que después de algún tiempo todavía estuviesemos aquí departiendo y compartiendo esas pequeñas cosas y decisiones que componen Nuestra Vida.
Gracias
martes, diciembre 06, 2005
8:50 p.m. - Recién
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